más vale uhu conocido que cheyene por conocer más vale uhu solo que
cheyene acompañado Si cuando el gato se va
los ratones hacen fiesta; entonces no tomaron en cuanta gatos samurai.
PROPIEDADES
DEL TRAGO
1.. Quita la angustia
2.. Extingue la culpa
3.. Hace olvidar
4.. Suelta la lengua
5.. Afloja el calzon
6.. Te aleja de la oficina
7.. Lima asperezas
8.. Arregla corazones rotos
9.. Acerca amigos
10.. Sirve de aperitivo
11.. Se te olvida el hambre
12.. Apresura desenlaces
13.. Causa rubores
14.. Elimina la timidez
15.. Afina tu voz
16.. Levanta tu animo
17.. Fomenta relaciones romanticas
18.. Te da calor
19.. Infla el tino
20.. Hace compadres
21.. Liga comadres
22.. Cierra tratos
23.. Abre las piernas
24.. Aligera los caminos
25.. Acorta las esperas
26.. Festeja la compañia
27.. Cura la tristeza
28.. Aumenta la alegria
29.. Mejor a la digestion
30.. Mata las lombrices
Por eso y
mas..............!SALUD!
...y despues de las 12 p.m.:
1.. Saca la belleza
escondida
2.. Paga de mas en el bar
3.. Mueve calles, postes, chapas de puertas y escaleras
4.. Abre cinturones, baja cierres, y arranca botones
5.. Baja pantis y boxers
6.. Disminuye el tino
7.. Provoca ronquidos y sobresaltos...
y a las 8 de la mañana:
1.. Causa dolor de
cabeza y sed...y a veces, ardor
2.. Genera amnesia
Al final de todo, las
desventajas son menos que las ventajas.
.....Conclusion???
!!! A
BEBER !!!
CONSUMO DE ALCOHOL
Causas, efectos secundarios y posibles soluciones
01. Síntoma: Pies fríos y húmedos.
Causa: El vaso está siendo agarrado en ángulo
incorrecto.
Solución: Gira el vaso hasta que la parte
abierta quede
hacia arriba.
02. Síntoma: Pies calientes y mojados.
Causa: Ya te measte.
Solución: Ve a secarte al baño más
proximo.
03. Síntoma: La pared de enfrente está llena de luces.
Causa : Te has caído de espaldas.
Solución: Posiciona tu cuerpo a 90º con
respecto al suelo.
04. Síntoma: Tu boca está llena de colillas de cigarros.
Causa: Te has caído de bruces sobre el
cenicero.
Solución: Escupe todo y enjuágate la
boca con un buen
"gintonic".
05. Síntoma: El suelo está borroso.
Causa: Estás mirando a través de un
vaso vacío.
Solución: Más de tu bebida favorita.
06. Síntoma: El suelo se está moviendo.
Causa: Estás siendo arrastrado.
Solución: Pregunta a dónde te llevan
por lo menos.
07. Síntoma: Reflejo múltiple de caras mirándote desde el
agua.
Causa: Estás en el i nodoro, intentando
vomitar.
Solución: Metete el dedo (en la
garganta).
08. Síntoma: Oyes que la gente habla produciendo un
misterioso eco.
Causa: Tienes el vaso en la oreja.
Solución: Deja de hacer el payaso.
09. Síntoma: La discoteca se mueve mucho, la gente viste de
blanco y la música es muy repetitiva.
Causa: Estás en una ambulancia.
Solución: No moverse. Posible coma etílico
o congestión
alcohólica.
10. Síntoma: Tu padre está muy raro y todos tus hermanos
te miran con curiosidad.
Causa: Te has equivocado de casa.
Solución: Pregúnta si te pueden indicar
po r dónde queda
la tuya.
11. Síntoma: Un enorme foco de luz de la discoteca te ciega
la vista.
Causa: Estás en la calle tirado y ya es
de día.
Solución: Café y una buena siesta.
El país
que quiere existir
Eduardo Galeano
Escritor
uruguayo
Una inmensa explosión
de gas: eso fue el alzamiento popular que sacudió a toda Bolivia y culminó
con la renuncia del presidente Sánchez de Lozada, que se fugó dejando
tras sí un tendal de muertos.
El gas iba a ser enviado a California, a precio ruin y a cambio de
mezquinas regalías, a través de tierras chilenas que en otros tiempos
habían sido bolivianas. La salida del gas por un puerto de Chile echó
sal a la herida, en un país que desde hace más de un siglo viene
exigiendo, en vano, la recuperación del camino hacia el mar que perdió
en 1883, en la guerra que Chile ganó. Pero la ruta del gas no fue el
motivo más importante de la furia que ardió por todas partes. Otra
fuente esencial tuvo la indignación popular, que el gobierno respondió a
balazos, como es costumbre, regando de muertos las calles y los caminos.
La gente se ha alzado porque se niega a aceptar que ocurra con el gas lo
que antes ocurrió con la plata, el salitre, el estaño y todo lo ! demás.
La memoria duele y enseña: los recursos naturales no renovables se van
sin decir adiós, y jamás regresan.
Allá por 1870, un diplomático inglés sufrió en Bolivia un desagradable
incidente. El dictador Mariano Melgarejo le ofreció un vaso de chicha, la
bebida nacional hecha de maíz fermentado, y el diplomático agradeció
pero dijo que prefería chocolate. Melgarejo, con su habitual delicadeza,
lo obligó a beber una enorme tinaja llena de chocolate y después lo paseó
en un burro, montado al revés, por las calles de la ciudad de La Paz.
Cuando la reina Victoria, en Londres, se enteró del asunto, mandó traer
un mapa, tachó el país con una cruz de tiza y sentenció: "Bolivia
no existe".
Varias veces escuché esta historia. ¿Habrá ocurrido así? Puede que sí,
puede que no.
Pero la frase ésa, atribuida a la arrogancia imperial, se puede leer
también como una involuntaria síntesis de la atormentada historia del
pueblo boliviano. La tragedia se repite, girando como una cal! esita:
desde hace cinco siglos, la fabulosa riqueza de Bolivia maldice a los
bolivianos, que son los pobres más pobres de América del Sur.
"Bolivia no existe": no existe para sus hijos.
Allá en la época colonial, la plata de Potosí fue, durante más de dos
siglos, el principal alimento del desarrollo capitalista de Europa.
"Vale un Potosí", se decía, para elogiar lo que no tenía
precio.
A mediados del siglo dieciséis, la ciudad más poblada, más cara y más
derrochona del mundo brotó y creció al pie de la montaña que manaba
plata. Esa montaña, el llamado Cerro Rico, tragaba indios. "Estaban
los caminos cubiertos, que parecía que se mudaba el reino", escribió
un rico minero de Potosí: las comunidades se vaciaban de hombres, que de
todas partes marchaban, prisioneros, rumbo a la boca que conducía a los
socavones. Afuera, temperaturas de hielo. Adentro, el infierno. De cada
diez que entraban, sólo tres salían vivos. Pero los condenados a la
mina, que poco duraban, generaban la fortuna de los banqueros flamencos,
genoveses y alemanes, acreed! ores de la corona española, y eran esos
indios quienes hacían posible la acumulación de capitales que convirtió
a Europa en lo que Europa es. ¿Qué quedó en Bolivia, de todo eso? Una
montaña hueca, una incontable cantidad de indios asesinados por extenuación
y unos cuantos palacios habitados por fantasmas.
En el siglo diecinueve, cuando Bolivia fue derrotada en la llamada Guerra
del Pacífico, no sólo perdió su salida al mar y quedó acorralada en el
corazón de América del Sur. También perdió su salitre. La historia
oficial, que es historia militar, cuenta que Chile ganó esa guerra; pero
la historia real comprueba que el vencedor fue el empresario británico
John Thomas North. Sin disparar un tiro ni gastar un penique, North
conquistó territorios que habían sido de Bolivia y de Perú y se
convirtió en el rey del salitre, que era por entonces el fertilizante
imprescindible para alimentar las cansadas tierras de Europa.
En el siglo veinte, Bolivia fue el principal abastecedo! r de estaño en
el mercado internacional.
Los envases de hojalata, q ue dieron fama a Andy Warlhol, provenían de
las minas que producían estaño y viudas. En la profundidad de los
socavones, el implacable polvo de sílice mataba por asfixia. Los obreros
pudrían sus pulmones para que el mundo pudiera consumir estaño barato.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Bolivia contribuyó a la causa aliada
vendiendo su mineral a un precio diez veces más bajo que el bajo precio
de siempre. Los salarios obreros se redujeron a la nada, hubo huelga, las
ametralladoras escupieron fuego. Simón Patiño, dueño del negocio y amo
del país, no tuvo que pagar indemnizaciones, porque la matanza por
metralla no es accidente de trabajo.
Por entonces, don Simón pagaba cincuenta dólares anuales de impuesto a
la renta, pero pagaba mucho más al presidente de la nación y a todo su
gabinete. El había sido un muerto de hambre tocado por la varita mágica
de la diosa Fortuna. Sus nietas y nietos ingresaron a la nobleza europea.
Se casaron con condes, marqueses y parientes de rey! es.
Cuando la revolución de 1952 destronó a Patiño y nacionalizó el estaño,
era poco el mineral que quedaba. No más que los restos de medio siglo de
desaforada explotación al servicio del mercado mundial.
Hace más de cien años, el historiador Gabriel René Moreno descubrió
que el pueblo boliviano era "celularmente incapaz". El había
puesto en la balanza el cerebro indígena y el cerebro mestizo, y había
comprobado que pesaban entre cinco, siete y diez onzas menos que el
cerebro de raza blanca. Ha pasado el tiempo, y el país que no existe
sigue enfermo de racismo. Pero el país que quiere existir, donde la mayoría
indígena no tiene vergüenza de ser lo que es, no escupe al espejo.
Esa Bolivia, harta de vivir en función del progreso ajeno, es el país de
verdad. Su historia, ignorada, abunda en derrotas y traiciones, pero también
en milagros de esos que son capaces de hacer los despreciados cuando dejan
de despreciarse a sí mismos y cuando dejan de pelearse entre ellos. H!
echos asombrosos, de mucho brío, están ocurriendo, sin ir más lejos, e
n estos tiempos que corren.
En el año 2000, un caso único en el mundo: una pueblada desprivatizó el
agua. La llamada "guerra del agua" ocurrió en Cochabamba. Los
campesinos marcharon desde los valles y bloquearon la ciudad, y también
la ciudad se alzó. Les contestaron con balas y gases, el gobierno decretó
el estado de sitio. Pero la rebelión colectiva continuó, imparable,
hasta que en la embestida final el agua fue arrancada de manos de la
empresa Bechtel y la gente recuperó el riego de sus cuerpos y de sus
sembradíos. (La empresa Bechtel, con sede en California, recibe ahora el
consuelo del presidente Bush, que le regala contratos millonarios en
Irak.) Hace unos meses, otra explosión popular, en toda Bolivia, venció
nada menos que al Fondo Monetario Internacional. El Fondo vendió cara su
derrota, cobró más de treinta vidas asesinadas por las llamadas fuerzas
del orden, pero el pueblo cumplió su hazaña. El gobierno no tuvo más
remedio que anular el impuesto a los salario! s, que el Fondo había
mandado aplicar. Ahora, es la guerra del gas. Bolivia contiene enormes
reservas de gas natural. Sánchez de Lozada había llamado capitalización
a su privatización mal disimulada, pero el país que quiere existir acaba
de demostrar que no tiene mala memoria. ¿Otra vez la vieja historia de la
riqueza que se evapora en manos ajenas? "El gas es nuestro
derecho", proclamaban las pancartas en las manifestaciones. La gente
exigía y seguirá exigiendo que el gas se ponga al servicio de Bolivia,
en lugar de que Bolivia se someta, una vez más, a la dictadura de su
subsuelo. El derecho a la autodeterminación, que tanto se invoca y tan
poco se respeta, empieza por ahí. La desobediencia popular ha hecho
perder un jugoso negocio a la corporación Pacific LNG, integrada por
Repsol, British Gas y Panamerican Gas, que supo ser socia de la empresa
Enron, famosa por sus virtuosas costumbres. Todo indica que la corporación
se quedará con las ganas de ganar, como esperaba, diez dólares por cada
dólar de inversión.
Por su parte, el fugitivo Sá nchez de Lozada ha perdido la presidencia.
Seguramente no ha perdido el sueño. Sobre su conciencia pesa el crimen de
más de ochenta manifestantes, pero ésta no ha sido su primera carnicería
y este abanderado de la modernización no se atormenta por nada que no sea
rentable. Al fin y al cabo, él piensa y habla en inglés, pero no es el
inglés de Shakespeare: es el de Bush |